Cathie Martin, biogenetista vegetal, creadora del tomate púrpura
"Mi tomate púrpura quemará sus grasas"LLUÍS AMIGUET - 28/12/2009
Tengo 54 años: investigo menos y gestiono más, pero la ilusión es la misma. Nací en Londres, pero afortunadamente mi acento lo adquirí en Cambridge. Soy científica progresista: los manifestantes contra la fitogenética son reaccionarios que frenan la lucha contra el hambre.
Para qué queremos un tomate púrpura?
El color púrpura de nuestro tomate genéticamente modificado es un pigmento, presente en las berenjenas, que indica que contiene nutrientes biosaludables.
¿No los tiene el tomate rojo?
Tiene otros también beneficiosos, pero no esos. Lo único que hemos hecho es diseñar genéticamente un tomate que sabe a tomate, huele a tomate y es un tomate, pero de color púrpura, que indica que, además, tiene otros nutrientes muy saludables.
Pues me como una berenjena y listos. No tiene los fitonutrientes que incorpora nuestro tomate púrpura: cardiosaludables, antioxidantes, anticancerígenos y quemadores de grasas. Esos nutrientes en su dieta habitual quemarían sus grasas excedentes.
Esas son muchas promesas.
Demostradas empíricamente en grandes ensayos. Por ahora esos nutrientes sólo están también en lo que en inglés llamamos "berries": arándanos, frambuesas, fresitas salvajes, grosellas, endrinas, moras...
Frutos del bosque: sabrosos.
... Pero caros, de temporada y difíciles de conseguir, porque se recolectan a mano en la espesura, y de cultivar fuera de ella. ¿Por qué privarnos de esos preciosos nutrientes si ya podemos incorporarlos con los tomates púrpura a cada ensalada diaria?
Supongo que igual que diseña tomates púrpura podría diseñar melones rojos.
Los diferentes pigmentos señalan que la planta contiene diversos bionutrientes, pero lo importante no es el color, sino sus efectos sobre nuestro organismo.
¿Y...?
Las posibilidades son enormes y realizables. De hecho, en mi laboratorio estamos convencidos de que el verdadero campo de experimentación médica está en los vegetales diseñados genéticamente.
"Que tu medicina sea tu alimento".
Exacto. Y hoy todos los alimentos son posibles: podemos diseñarlos a medida de nuestra salud e integrar con la genética todo tipo de nutrientes en una gran diversidad de vegetales sin renunciar a su sabor.
Muchos ya carecen de él.
Hay fitonutrientes con eficacia probada contra el cáncer, el envejecimiento de la piel, la obesidad - como ese tomate que logra quemar grasas acumuladas en nuestro cuerpo-o cardiosaludables. Esa es mi especialidad.
La presentan como pionera del diseño genético de plantas.
En lo que se ha distinguido mi equipo es en realizar nuevos diseños de vegetales que suplan la pérdida de nutrientes con los nuevos y poco saludables hábitos de comida rápida y barata y que combatan la epidemia de obesidad que han causado.
Los tomates no son píldoras mágicas.
Son mucho mejores. Estamos hablando no de pastillas sino de hábitos. Comer esos nutrientes durante años en cantidades constantes mejora la salud de forma definitiva.
¿Y no se pueden conseguir esos vegetales milagrosos fuera del laboratorio?
Las técnicas de injerto y cruce han conseguido maravillas, pero son mucho más lentas que el diseño genético: requieren años de experimentación. Hay casos felices, como la naranja sanguina en todas sus variedades, más rica incluso en fitonutrientes saludables que las demás variedades de cítricos.
¿Por qué la sanguina no se vende más? Es más nutritiva, pero también más delicada; más difícil de pelar; menos resistente a los cambios térmicos; tiene menos mercado... Ahora estamos rediseñándola, y es fácil y rápido mejorarla genéticamente.
No le veo ningún inconveniente.
Pues tenemos opositores cerriles, ruidosos y bien organizados con interés en que no creemos más especies alimenticias. Y no le he hablado de otra línea de investigación: diseñamos patatas resistentes a plagas de insectos y hongos como el tizón tardío.
Ese tizón suena a mal bicho.
Es un hongo que mató de hambre a miles de irlandeses y europeos durante el siglo pasado y todavía destruye cosechas.
¿Y qué propone?
Mejorar genéticamente la resistencia de las cosechas a plagas y la productividad de sus cultivos: ¿no es eso mejor que ahogar los campos en insecticidas tóxicos y en fertilizantes químicos caros y contaminantes?
Yo diría que sí.
Pues nos enfrentamos a una oposición muy organizada al progreso fitogenético. Son grupos de interés que temen perder su posición en los mercados - por ejemplo, el lobby de la comida orgánica-y otros paleoagrícolas tradicionalistas mal informados.
¿Detendrán la revolución genética?
Están causándonos problemas serios que contribuyen a frenar avances alimentarios en zonas que los necesitan, y no hablo sólo del tercer mundo, también del nuestro.
¿Cómo?
Los gobiernos, sensibles a las campañas contra la ingeniería genética - que no se ha demostrado dañina nunca-y a su efecto en los votantes, endurecen sus requisitos burocráticos, su normativa y el acceso a la financiación de la investigación.
Los transgénicos aún dan miedo.
Por eso los antigenetistas han logrado así lo que querían evitar, y es que sólo una multinacional como Monsanto obtenga rentabilidad de sus transgénicos y que las pequeñas empresas se vean obligadas a renunciar al progreso genético.
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